sábado, 26 de abril de 2008

Cosas que hacer en los ratos libres de la vida

Hoy me siento desgraciada. Y se me acumulan los recados. Como me encanta hacer listas, voy a elaborar una para intentar recordar todo lo que tengo que hacer, y así mato dos pájaros de un tiro: me recreo en mi mierda y mi desgracia, y luego imprimo la lista y comienzo a cumplir con mis obligaciones, empezando por el principio y acabando por el final. Sé que eso no va a ocurrir, pero verbalizarlo me ayuda. Cosas mías.

A ver. Cosas que hace tiempo que tengo que hacer:

- Ir al oculista. Cada vez veo peor. Son esas malditas pantallas con las que trabajamos. Me lloran los ojos, no enfoco bien, y a este paso voy a quedarme cegata.

- ir al médico a hacerme un chequeo. Necesito reconstituyentes y vitaminas, y algo que me abra el apetito. Me estoy quedando en los huesos. Y soy incapaz de comer. Ayer cuando llegué a casa estaba tan cansada y tan deprimida que me eché en el sofá, me serví una cerveza y fui incapaz de prepararme algo de cena. Aún sabiendo que no me lo puedo permitir, no tengo el impulso de ir a la nevera y hacer algo sencillo. Prefiero ayunar como una imbécil, y dejar que mi cuerpo tire de defensas y de calorías que no tengo. Más que vitaminas, igual necesito un psicólogo.

Cuando me siento así, pienso en lo difícil que tiene que ser para un gordo no comer aún sabiendo que si sigue así va a acabar fatal. Aunque le digan que puede enfermar, que no podrá tener hijos, que puede incluso morir. Si yo soy incapaz de hacer lo contrario, de comer aunque sepa que lo necesito, dejar de comer debe de ser igual de duro ¿no?

- Ir al banco a chequear mi economía. ¡Y a cerrar la cuenta de Caja Madrid! ¡Mierda, se me había olvidado!

- Súperimportante y relacionado con la economía. Ir a firmar mis dos últimas liquidaciones a las dos últimas empresas para las que he trabajado. Como casualmente están puerta con puerta, lo haré a la vez.

- Ir a revisión ginecológica. Hace unos meses me chamuscaron un tejido raruno por ahí y quiero saber si todo va bien. Aprovecharé para hablar con ella del tema descendencia, que también tiene su complejidad y tiene que ver con todo lo anteriormente mencionado.

- Tirar ropa vieja. Está en bolsas, seleccionada y todo, pero nunca veo el momento de buscar un lugar donde depositarla.

-¡Coser! Tengo que coser, ¡qué coñazo! Si es que no sé... pero se me acumulan los sujetadores a los que asoma el arito, cada vez tengo menos para ponerme... y luego la chaqueta que me compré por internet, muy bonita pero se le han caído todos los botones. Los he ido recogiendo, otra cosa es que me acuerde dónde los guardé.

- Obras varias: la más importante, llamar al fontanero. Luego: pintar la cocina, y si se tercia el resto de la casa. Cambiar la puerta de entrada. Y si un día nos diera por ahí, el baño. Pero lo del fontanero tengo que hacerlo por dios! que a este paso nos cortan el agua!

- Ah, y colgar esa estantería que compramos hace dos meses... y cuadros, que andan por ahí sin colgar... y deshacernos del colchón del sofá cama, y arreglar el arcón de madera... necesito encontrar un buen restaurador.

Pensar que hace un año estaba pensando en mi viaje a Japón...

martes, 8 de abril de 2008

Emulando a las mejores: así es mi día a día

Una gran amiga y admirada bloguera ha descrito un post con fotos incluidas cómo es un día en su vida. He pensado en hacer lo mismo, pero como yo soy mucho más pudorosa (y más cobarde) voy a hacer un paralelismo. Pongamos que soy cajera de supermercado. Salvo eso todo lo demás es completamente cierto .

Como cada día, lloro al oír el despertador. He dormido fatal. He soñado con cajas de tomates, clientes plastas y con que mi caja registradora no funcionaba correctamente. Salgo de casa sin mucho ánimo, porque en mi supermercado, al contrario que en los demás, nunca se sabe lo que puede pasar.

Cuando llego, mis sospechas se confirman. El súper está cerrado porque están haciendo inventario. Deberían haberlo hecho anoche, pero es que entonces estaban reponiendo las estanterías, ya que por la tarde, cuando normalmente se hace, habían cerrado para ir a merendar. Me siento en una silla a esperar, pensando en que podían haberme avisado la noche anterior, y así no me habría levantado tan temprano, y en lo raro que es todo, porque estoy casi segura de que hace nada hicieron ya un inventario. Cuando acaban, dos horas más tarde, comienza oficialmente mi jornada de trabajo.

Ser cajera no es tan fácil como parece. Continuamente me interrumpen para preguntarme el precio de algún producto, o su localización, o dónde está el número 3 para poder marcar un precio, por ejemplo, 3 euros. O 33 euros. En seguida se me acumulan los clientes en la cola y encima no tengo cambio en la caja, y el rollo de papel de los tickets no ha sido repuesto y se me acaba a las dos horas. Solucionar ambos problemas conlleva inexplicablemente mucho más tiempo del necesario. Cuando me voy a comer no puedo sino afirmar que sólo he atendido a tres clientes. Me voy deprimida, pensando que quizá soy demasiado lenta. Cuando regreso, están poniendo de nuevo papel en la caja, metiendo más dinero para los cambios, y arreglando la tecla del 0 que funciona mal desde el día que llegué, y que ya han reparado varias veces.

Todo eso hace que mi caja esté cerrada una hora, con el atasco correspondiente de clientes en otras cajas.

(Continuará...)

Varíos días más tarde, todo sigue más o menos igual. Ha habido movida. La caja ha muerto definitivamente, las cuentas al final del día no salen y hemos vendido tomates podridos y yogures caducados sin darnos cuenta. Además, el supermercado no funciona. Está colocado al lado de un Dia, que se pelea cada precio; los que busquen delicateseen pueden ir al Corte Inglés de la acera de enfrente; y en el mer ado de la esquina se pueden encontrar los productos más frescos de Madrid. Se rumorea que van a cerrar el negocio, se rumorea que se está justo encima de una falla a punto de entrar en acción, se rumorea que no lo van a cerrar entero, sólo la parte de congelados, se rumorea que un avión hará un aterrizaje de emergencia en la azotea y seremos todos evacuados.

Ante tantos rumores he decidido irme. Providencialmente, porque al día siguiente cerraron los congelados y ya se oye el run run del motor averiado del avión sobrevolando el cielo.