martes, 28 de diciembre de 2010

Navidad a tres

Cómo pasa el tiempo. La primera navidad en familia. El enano crece a marchas forzadas. Pronto hará nueve meses. Quiero añadir sus avances, sé que dentro de un tiempo me gustará releer estas páginas. Pues bien, el ratoncito ya tiene dos dientes, y se arrastra a velocidad de crucero. Pero es que hace dos días que ha dado un paso más: se pone a cuatro patas, y hace el torete. Es como si estuviera ensayando. Sube, se balancea, y como no sabe qué hacer, se deja caer de nuevo sobre la tripa. Habrá que enseñarse que ahora lo que tiene que hacer es avanzar. También está aprendiendo a salir de la posición de sentado hacia adelante, lo que pasa es que lo que hace es tirarse de cabeza al suelo, no sabe ir de ahí a gateo. Bueno, tiempo al tiempo.
De hambre está hecho un brutico. Ayer se comió de noche 270 de leche con cereales, y aún parecía que quería más. Supongo que al tener más desgaste físico necesita más carbón en la caldera. Y de sueño... en fin... sigue despertándose de noche llorando y cuesta dormirle, sobre todo porque de mi teta ya no sale nada (creo que la lactancia ha llegado ya a su fin). Fue bonito mientras duró. Ahora habrá que encontrar otras maneras de dormirle.

Mañana mi enano y yo vamos a vivir una aventura tremenda. Nos vamos los dos solos a Pamplona en avión. ¿Llegaremos sanos y salvos o provocaremos un aterrizaje forzoso? He pensado esta opción precisamente porque el tiempo que tengo que tenerle sentado en mis rodillas quietico es menor que si fuera en tren. Espero que aguante la hora escasa que dura la estancia en cabina (el vuelo no creo que llegue a media hora). Me llevaré todo tipo de elementos disuasorios para que no llore: juguetes, galletas, comida, agua, papeles para romper... y a una mala le enchufo la teta, a ver si cuela (por los viejos tiempos). Ay, qué nervios!

Y por lo demás, nada, que soy muy feliz con mi ratón. ¡Pequeñajo mío, eres lo mejor que tengo!

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Ocho meses de libro

Mi pequeño roedor ya tiene ocho meses. Ahora mismo revolotea a mis pies en busca de queso y de cualquier otra cosa que echarse a la boca. No para quieto. Es puro nervio. Rueda, da volteretas, mordisquea, chupa, se arrastra, vuelve a rodar, grita, gruñe y parlotea, todo esto en milésimas de segundo. Y vuelta a empezar. Cuando le miras sonríe y lanza grititos de puro contento que está, invitándote a morderle el culo o hacerle cosquillas en la tripita o pedorretas en el cuello. Si le haces un "uh" como de susto pequeño se ríe, y si te acercas mucho a su cara sonriendo se carcajea. Luego, vuelta a hacer de las suyas: el rodrillo, el culo p'arriba, el marine herido, la brújula... y todo acompañado de grititos agudos de los que revientan tímpanos, de gorgoritos de todo tipo, de pedorretas de distintas intensidades, a veces de pedos y cuando está generoso de palmitas.

Ya duerme mucho mejor, con agotadoras excepciones como la de esta noche, en la que nos hemos levantado tres veces y la cuarta, a las 7 de la mañana, ha sido la definitiva (.hay que aclarar que hoy es fiesta, por eso ha sido un despertar un poco doloroso, pero de lunes a viernes esta es la hora a la que nos levantamos). Ha habido noches en las que se ha despertado una sola vez. Poco a poco le voy quitando el pecho, y hay días en los que sólo le doy de noche, incluso he llegado a no darle en todo el día. Y si te fijas bien, ya es posible ver un dientecito asomando por la encía inferior. ¡Albricias! Por fin tenemos el primer piño.

La comida va muy bien también. Hemos subido la papilla a 210 de agua más leche y cuatro cucharadas soperas con montoncito de cereales. Una señora papilla que se calza mañana y noche. Hay días que no hemos dejado ni gota, otros nos cuesta un poco más y dejamos un poco. Hoy ha dejado más que un poco, pero le perdonamos. A mediodía a muerte con las verduras con pollo o ternera, que unos días come mejor que otros, la verdad. Y la fruta sigue siendo un must, le gusta mucho. Todo esto en casa, pero en la guarde tres cuartos de lo mismo, o mejor: según nos cuenta su profe se lo come casi todo (y eso que allí las cantidades son mayores que en casa), duerme siesta (milagro) y no para de jugar, arrastrarse y experimentar.

Todo va viento en popa. A ver cuándo se tuerce.