miércoles, 14 de noviembre de 2012

14N HUELGA GENERAL

Hoy es 14N. El ratón y yo nos hemos quedado en casa. El portátil también debe de estar de huelga porque hace cosas raras con los acentos. En mi trabajo creo que solo dos o tres hemos hecho huelga. Todo es respetable, pero no se, a veces me cuesta entender ciertas cosas. Como estamos tranquilos en casa, he pensado que es un buen día para hacer balance.

Estamos a un mes escaso de que acabe 2012. Ha sido un año interesante, no cabe duda. El pequeño roedor aprende cosas nuevas cada dia. El momento pis y caca en el baño como los mayores avanza a pasos agigantados. Come muy bien, salvo momentos puntuales en los que usa la comida como modo de rebelión. Habla que se las pela, no calla. Canta todo el rato. Toca una guitarra que le han regalado sus abuelos. Maneja el patín fenomenal. Hace unos puzzles increíbles. Le encantan los dibujos de Dora y Pepa Pig. Pocoyo ha quedado en segundo plano ya. Es un sol, cariñoso. bueno, juguetón, alegre... todo el mundo le quiere. Y es guapísimo. No lo digo yo. ¡Es un hecho objetivo!

Mientras el crece feliz, nosotros ponemos las barbas a remojar. El año que viene pinta duro. Nunca antes he conocido tanta gente en paro, y con pocas perspectivas de trabajo a la vista. Muchos son compañeros de curro, gente trabajadora y a la que aprecias. No es fácil vivir esto. Te parece injusto por ellos, por su valía. A la vez te da la pista de lo que te espera dentro de mes y medio. Algunos de ellos son buenos amigos, con lo que todo es mas duro aun.

Con el fin de 2012 llega el fin de mi trabajo. Luego, por ahora nada. Puede que sea el momento de reinventarse, de comenzar ese nuevo camino del que siempre hablamos los amigos cuando nos juntamos a cenar y a comentar la jugada, de buscar dentro de cada uno de nosotros y encontrar otra ilusión, otro proyecto, otra manera de ganarse la vida dignamente y a ser posible tambien con cierta satisfacción. Empieza la cuenta atrás. A saber donde estaremos cuando lleguemos al final.

Voy a hacerle un sandwich de nocilla al enano (que para eso hoy es medio fiesta) y nos vamos a la manifestación. Por mi, y por el. Miedo me da el país que le estamos dejando a los niños y los jóvenes.


martes, 23 de octubre de 2012

Gracias por insultarme en mi casa

Hace ya dos años de esa entrada. En este tiempo han cambiado bastantes cosas en mi vida. Más de 700 días después ya no tengo un bebé lloroso aprendiendo a vivir, ni tanto déficit de sueño como antes, sino un niño ya mayor, hermoso y charlatán, y una vida más o menos normal. He cambiado nueve veces de trabajo, he pasado por todos los turnos laborales del mundo, he disfrutado de vacaciones y he trabajado en festivos, eso es mi vida normal. Mi hijo por su parte casi ha doblado su peso y mide cerca de un metro, habla como un loro y come bastante bien, aunque como buen niño tiene sus momentos. En esos momentos sigo preocupándome, sigo buscando soluciones sin encontrarlas, sigo pasando mal rato y si me pilla cansada y desbordada me siento mal y tiendo a pensar que es culpa mía. ¿Soy mala madre? No. ¿Soy perfecta? Absolutamente, no. ¿Soy una histérica? Un poco, es parte de mi carácter, aunque lucho contra ello hace ya mucho tiempo y he conseguido controlar en gran parte esta forma de ser. En definitiva, soy una persona normal, con inseguridades, como cualquier otra. En épocas de carencias y dificultades las inseguridades aumentan, me siento más vulnerable. En esa época me sentía tremendamente vulnerable, estaba cansada, probablemente anémica, y no sabía aún muchas cosas que sé ahora. Si llego a haber leído ese comentario entonces, me habría hundido. Hoy me da igual, pero me parece muy desafortunado y poco generoso. Impropio. Feo.



viernes, 11 de mayo de 2012

De aniversarios y amantes. La primavera la sangre altera.

Ha llegado la primavera, o más bien el verano, así, de golpe. Ayer el ratoncillo se quejaba de dolor en los pies y tuvimos que ir corriendo a comprarle un zapato más fresquito. No creo que le hicieran daño los suyos, más bien que tenía el pie cocidito, pero es imposible enterarte bien de las cosas que le pasan porque en su conversación se dedica a repetir lo que tú le dices, o lo que le dijiste antes, y no responde realmente. Hoy ha ido al cole de veranito total, con sus pantalones cortos, su calzado abierto... iba de mono...  Por la tarde si hace mucho calor nos pasaremos un rato por casa antes de ir al parque, como ayer. Eran las ocho y se empezaba a estar bien en la calle, y nosotros claro, a disfrutar del parque y de los amigos... últimamente juega mucho con uno del cole, verles reír y jugar en el parque te da un subidón tremendo, son felices con tan poco...
Hay alguien nuevo en mi vida. Aún nos estamos conociendo, espero que lleguemos a entendernos y me ayude a superar ciertos problemas. Ayer lo hicimos por primera vez... el resultado, regular de aspecto pero comible, me hace tener esperanza en esta relación. Hoy voy a ir más allá. A ver si no salimos a leches... Quería un robot de cocina y me ha caído del cielo, gracias a una amiga que se muda y no se lo quiere llevar. Así que aprovecha, hija. Que no pueda él contigo. Si es vez de ayudar es un estorbo estarás haciendo el gilipollas, sobre todo porque tu cocina mide tres centímetros cuadrados. (Todo esto me lo digo a mí misma, sí).
Mañana es el aniversario del 15 M. Creo que todos deberíamos lanzarnos a las calles. Si el año pasado por estas fechas el futuro era incierto, hoy directamente es negro, y solo en nuestra mano está cambiarlo. Ahora que soy madre lo veo todo con otra óptica, y me preocupa mucho el futuro de mi ratón. He dicho.

lunes, 9 de abril de 2012

Yo también quiero ser superwoman, supermami y súper en general

No entiendo a las superwomen. No lo entiendo. Esas madres pluscuamperfectas que veo en los parques, en los blogs, y en el trabajo. Siempre perfectas, con el pelo fenomenal, maquilladas, buenísimas madres, mejores cocineras, amantes de la moda, casa organizada, adalides de la conciliación... ¿cómo lo hacen? y sobre todo ¿desde cuándo me importa?

Primer error, aficionarme a los blogs de maternidad. Son muy interesantes, y me lo paso bomba con ellos. Pero no puedo dejar de (segundo error) compararme con todas ellas. Las mujeres a las que leo son en su mayoría profesionales con más de un hijo, un matrimonio perfecto, un armario espectacular, una despensa siempre llena y mucha maña en la cocina. A lo mejor lo que no tienen unas lo tienen otras, y yo me estoy haciendo la composición de lugar de una mujer que lo hace todo, eso es verdad. Pero bueno, sigo. Cuando leo esos blogs de mujeres que trabajan, hacen un máster a la vez para ser mejores en su trabajo, crían a sus hijos y los educan fenomenal, mantienen dos blogs, uno sobre maternidad y otro sobre temas laborales, leen mucho (porque así lo cuentan), salen con sus maridos a veces (porque así lo cuentan), compran ropa y se preocupan por su físico, hacen salidas culturales y de ocio con sus hijos, hacen pasteles y bizcochos y rosquillas y cosas así... ¿cómo, cuándo, por qué?

Yo, sin embargo, soy incapaz de mantener un poco de orden en mi (minúscula) casa, compro en el súper compasivamente, sin raciocinio (y eso que lo intento), no sé cocinar (y eso que lo intento, o por lo menos intento intentarlo), mi casa es una leonera (ya lo he dicho?), estoy siempre agotada, aún no he conseguido que mi hijo duerma solo, tengo una torre de libros por leer, no voy al cine desde antes de que naciera el niño, tengo unas raíces que asustan y, aunque me gustaría, no veo el momento de renovar mi armario, ni por supuesto de ordenarlo, por no decir que mi casa sigue teniendo el aspecto de quien acaba de llegar a vivir, y mi lista de cosas por hacer aumenta cada día (ayyyyy).

Ayer miré a mi alrededor y se me cayó el alma a los pies. La casa patas arriba, ropa por todas partes, migas de magdalena formado una alfombra mullida, juguetes tirados, marido enfermo en la cama, niño medio en pijama, el polvo sobre los muebles comienza a ser visible a varios metros de distancia... por favor! cogí al enano y a la calle. Ojos que no ven, y niño cansado, dan mejor noche.

Como estoy un poco paralizada por los hechos, y de verdad que tengo propósito de enmienda, sé que no lo conseguiré en su totalidad, pero voy a trabajar un poco en ello cada día, dar pequeños pasos. Por de pronto, estoy tomando jalea real para ver si aumento mi apetito y engordo un poco. Lo de apuntarme a pilates lo pospongo, sé que no lo voy a hacer así que para qué engañarme, hoy por hoy lo pospongo y me voy a dedicar a intentar comer bien. Voy a empezar comprar más por el barrio lo que necesite y menos en el súper en grandes cantidades, luego se me pone malo todo sin cocinarlo. Quiero regalarme por mi cumple un robot de cocina, uno sencillo, porque admito que nunca voy a aprender a cocinar pero quiero que mi pequeño coma bien. Y yo quiero comer bien, y que mi chico coma bien. Eso es meterme en un lío nuevo porque el robot necesita quien lo maneje, o sea, tengo que aprender a cocinar de otra manera más sencilla pero tengo que hacerlo. Creo que voy a volver a contar con ayuda doméstica, está claro que yo no me hago con la casa, no tengo tiempo ni ganas, y necesito ayuda, aunque sea una poquita. Tengo que hablarlo con mi otra mitad. Tengo que tirar ropa, ordenar armarios, sacar toda la que le no le cabe ya al ratón y guardarla, recoger todos los juguetes de bebé y guardarlos o regalarlos, pensar en si vamos a pasarle ya a cama o no, y qué modelo de cama y de habitación queremos (pequeña de ikea, abatible, cama nido...). Tengo un plan para reorganizar mi habitación y buscar una solución a los zapatos que no tienen un lugar. El viernes voy a la peluquería. Antes no puedo porque esta noche vuelvo a las noches (ohhh, estos turnos tampoco ayudan a mi estabilidad, por eso no entiendo cómo lo hacen otras mujeres que trabajan también a turnos; bueno sí lo sé: tienen más ayuda que nosotros en casa, pero esto es lo que hay...). Y sobre todo, voy a dejar de compararme. Porque en el fondo yo no quiero ser así, no quiero ser pluscuamperfecta, nunca me ha importando excesivamente mi aspecto, ni la decoración de mi casa, ni nada de eso. Nunca voy a hacer pasteles con mi hijo, así que me centraré en intentar que coma bien. Nunca he sido ordenada. Así que me platearé como una necesidad, no como una obsesión: busquemos el orden justo para funcionar, y punto. Y lo demás se irá solucionando poco a poco... espero.

Por cierto, veo que he vuelto a hacerlo, sólo entro aquí cuando estoy de noches, voy estar de noches o acabo de salir de noches. Y es que hago demasiadas noches, está claro...

domingo, 25 de marzo de 2012

Al enemigo, ni agua

Vaya, parece que solo escribo cuando estoy de noches. Ay, el turno de noche. Hoy estoy de saliente, son las cuatro de la tarde y me acabo de despertar, Coyoyó y su padre se han ido a casa de la abuela a comer así que me he arrastrado hasta la cocina, me he abierto una lata de lentejas, y me la estoy comiendo tristemente en pijama frente a la tele. No tengo fuerzas para nada. Han sido tres noches intensitas. Y la semana que vienen prometen juerga. Qué mala suerte, justo esa semana...
Hay una quincena al año que concentra gran parte de las festividades familiares. En pocos días celebramos los cumpleaños de mis dos minisobrinas, mi madre, mi cuñada y Coyoyó. Desde hace unos años aprovechamos para juntarnos todos y celebrarlos a la vez. Lo hacemos en Madrid que pilla a mitad de camino a todos (más o menos). Pues bien, esa quincena ha empezado ya, y el grueso de las coincidencias es la semana que viene. Mi madre esperaba esta semana con ansia, por vernos a todos juntos. Y ha tenido que venir su hija a chafárselo con problemas de turnos... Luego está la semana santa, que este año es justo la posterior a la del multicumpleaños. Otra oportunidad de disfrutar de su Coyoyó por culpa de mis turnos.
Pero con lo que no contábamos nadie es que este mundo es imprevisible. Y si un lunes me dieron una semana libre y el martes me dieron que no, y que encima de no ser libre iba a trabajar el doble, y la siguiente también, ahora resulta que el fin de semana que viene no curro!! Me lo dijeron ayer. Mañana puede cambiar la película, o con suerte perpetuarse, y pasar a tener un trabajo como las personas, de lunes a viernes, y los fines de semana libres... o no pasar ninguna de las dos cosas, o las dos a la vez... todo es posible. Es la magia de la tele.
La magia de la tele hace además que mañana lunes se dé una circunstancia muy curiosa: en mi curro nos jugamos muchas cosas, muchas. Si todo nos sale bien y machacamos al contrario, yo me alegraré especialmente. No solo puede darme ese ansiado turno de persona normal, sino que nuestro rival es casualmente el culpable de que mi anterior trabajo se truncara de repente. Así que, como dijo aquel argentino loco una vez, al enemigo, ni agua.

sábado, 3 de marzo de 2012

Turno de noche, vuelve a mí

He vuelto a las noches. Es horrible. Llevo ya dos de tres. La primera fue horrible, pensé que me moría. La segunda fue mejor, pero se me hizo un poco pesada. La tercera está por ver... pero da igual porque es la última y eso es lo que importa. Esta mañana cuando he llegado a casa (reventada) me he encontrado al enano viendo Pocoyó. Me ha dicho "hola, mamá" y ha seguido sentado en su cojín verde. Yo me he ido a la cama. Ayer cuando me fui dijo "adiós, mamá", y siguió jugando con sus coches. Cada vez es más civilizado, más personita... es alucinante ver cómo crece, cómo habla, cómo incorpora palabras a su vocabulario y las combina formando pequeñas frases, cómo sabe perfectamente lo que quiere, lo verbaliza, y pone caras para lograrlo, y disimula cuando hace algo que no debe... Hoy están en casa de los abuelos. Mejor, porque me he levantado hace una hora y me voy en otra, y no tengo ni tiempo ni ganas de hacer nada más que recuperarme y comer algo.
El plan 3/4 (currar tres, librar cuatro) no está resultando como yo quería. No he hecho nada de lo que me propuesto, ni pilates ni nada de nada. Bueno, solo una cosa: ya soy oficialmente una gafota más. Tengo pendientes taaaantas cosas que puede que antes de acabar la producción tache una tercera parte de la lista.
Así, sin que tenga nada que ver (venga, confieso que estoy viendo una peli horrible en la tele), San Francisco es alucinante. Me encantaría volver. Lo pasamos tan bien cuando estuvimos, fue un viaje flipante. La ciudad es preciosa, y tiene un encanto especial. Sin embargo, no es el viaje que podamos hacer ahora, ni por dinero ni por "compañía". De hecho, ¿qué vacaciones podemos hacer con un niño de dos años? Hombre, ir, podemos ir a donde queramos. Su padre, por ejemplo, quiere ir a Berlín. Pero no sé, en el fondo, si pensamos en vacaciones familiares, sé que donde mejor se lo va a pasar el ratoncito es jugando en la playa y corriendo en un parque, no visitando una ciudad... si vamos a pasar solo quince días de vacaciones los tres, ¿no es mejor que sea así? ¿es realista irse de turismo con un niño tan pequeño?
(El tema de las vacaciones da para hablar de ello un día con calma, solo diré que si las cosas salen como deberían, es posible que tenga mes y medio de vacaciones, no pagadas y fuera de temporada, claro, y a continuación trabajo todo el resto del año. ¿¿Dónde hay que firmar??)

miércoles, 22 de febrero de 2012

Cuatro días libres dan para muchas listas

Ya he empezado a trabajar en mi nueva oficina. Es feota, hace frío y está muy lejos. Pero tiene su gracia.
Mi nuevo trabajo me da cuatro días libres a la semana. Esto ha provocado una pequeña revolución en casa. Lo primero que quiero puntualizar es que si descanso cuatro días en vez de dos es porque en esos tres días hago todas las horas del mundo. Por eso descanso cuatro días, porque necesito descansar. Aún así, me he comprometido familiarmente a limpiar yo entre semana (ya no tendremos ayuda) y a practicar el parking intensamente, y personalmente he elaborado una larga lista de cosas que quiero hacer: ir a pilates, al oculista, al dermatólogo, a la compra, a las rebajas (si quedan), a darme un masaje, a comer con amigos a los que apenas veo... bien, hoy es mi tercer día (de cuatro) de libranza, y solo he limpiado la mitad de lo deseable, he llamado al oculista y he comido sola todos los días. De pilates ni hablamos, y eso que era una prioridad. Lo cierto es que lo del oculista ha subido puestos de repente en la lista de lo urgente. Mañana voy a ver qué me dicen. Probablemente regrese con la pupila dilatada y mucho más pobre. Vamos, que todo lo que tenga que hacer (comida, por ejemplo) debería hacerlo hoy.
Respecto al pequeño ratón, me tiene sin palabras. Ayer me dio un abrazo, lo que para un pequeño seco del norte está muy bien. Juntos hemos batido un nuevo récord: de la guarde al parque en una hora. Es desesperante. Pero si lo miras bien, ¿tenemos prisa? No. Pues ya está. Y hemos aprendido una palabra nueva, bueno, dos: no quiero. No digo más.

Edito escasos minutos más tarde:
Mi gozo en un pozo, y mis listas a la mierda. No me arranca el coche, o sea que: hoy tampoco puedo ir a la compra, me tendré que conformar con lo que pille esta tarde por las escasas tiendas del barrio. Toca visita al taller, lo cual, unido a la visita al oculista de mañana, me parece que tira por tierra el resto de elementos de mi lista: ni rebajas, ni dentista (este mes por lo menos), ni pilates, ni comer por ahí, ni nada de nada. En fin...


martes, 7 de febrero de 2012

Trabajo de ida y vuelta, e ida, y vuelta, y otra vez ida...

Tres días después de mi última entrada, en la que hablaba de mi trabajo, ocurrió algo inesperado. Como contaba, la época de telefonista/agente de viajes estaba a punto de terminar, y pronto iba a empezar a disfrutar de la parte bonita del proyecto. Un proyecto gordo, de envergadura, y sobre todo largo. Un proyecto que me iba a dar trabajo hasta verano, y me iba a permitir tener vacaciones familiares como las personas normales. Bien, todo esto se ha venido abajo. Como digo, tres días después de mi entrada anterior soltaron la bomba. Parad los motores. Todo se retrasa... mucho... en concreto, cinco meses. Ni trabajo, ni vacaciones familiares ni nada. Se supone que estoy inmunizada ante este tipo de news, pero me quedé muerta. Como una se hace dura, mantuve la calma bastante bien, pero por dentro el corazón me iba a mil, tenía dolor en el pecho y todos los síntomas de la ansiedad.
Por suerte (y por desgracia) en este mundo las sorpresas están a la orden del día, menos de 48 horas más tarde recibía la llamada del ahorro y la tranquilidad. Los astros se han alineado, como casi siempre, para que yo no esté en paro, y empezaré a currar en nada en otra historia, rodeada de amigos y en un ambiente genial. Va a ser duro: jornadas larguísimas, muchos kilómetros de carretera cada día, fines de semana hipotecados, pero feliz como una perdiz.
Por supuesto, todo esto me supuso otro día de nervios, estrés y con el corazón en un puño, porque. Si es que un día me da un infarto.

lunes, 30 de enero de 2012

Dale al FF

Llevo un mes en mi nuevo trabajo. Soy una especie de telefonista-agente de viajes-psicóloga. Gracias a él aborrezco hablar por teléfono. Me duelen las orejas. Me duele la cabeza y me duele la garganta. No pico en la mina, y por suerte respetamos bastante el horario, pero sorprendentemente acabo más agotada que después de una jornada de grabación de 14 horas. Además voy todo el día con la lengua fuera, y aún así apenas veo al niño. Cojo trenes, metros, autobuses, tardo un poco más de 45' en varios tramos de a pie-tren-bus-y-viceversa para llegar de casa al curro y del curro a casa, y llego ya cuando el pobre está agotado y harto, a punto de bañarse, o de cenar... le echo de menos y él a mí, me lo recuerda cada día cuando no quiere que le coja para acostarle, porque apenas me ve y me castiga, por decirlo de alguna manera. Llevo varios desprecios de estos seguidos y estoy un poco triste. Pero pronto acabará esta fase, y espero ansiosa la siguiente, mucho más divertida y gratificante. Nos lo vamos a pasar genial, mi horario cambiará, veré más al niño, iremos al parque, hará menos frío, mi curro me satisfará más y mi humor mejorará, estaré menos cansada y más receptiva, a lo mejor hasta ganaré peso, estaré más guapa, me sentiré mejor... ¡por favor, que pase rápido el tiempo!

(A todo esto, el ratón cada vez come más, y habla más. Dice comer comer cuando tiene hambre, comer otro cuando quiere más, a guaguá cuando no quiere más, gogú cuando ve, intuye o huele un yogur, mío cuando quiere coger el cubierto y comer solo, jamó cuando quiere, exige y desea un poco de jamón, coyoyó cuando se refiere a su ídolo en modo: ponme, mira, leamos... y hoy, en medio del paroxismo ante la idea de ver un capítulo de Pocoyó mientras comía (dos cosas que centran su existencia), ha dicho papacoyó, que es una mezcla de las dos cosas que más quiere en el mundo, Pocoyó y papá).

sábado, 14 de enero de 2012

Creciendo y trabajando

Ya no sé ni cuántos meses tiene el ratón... ¿21? qué ganas de hablar en años, como toda la vida. Lo cierto es que ya no es un bebé, ya es un niño. Habla un montón, aunque a veces no le entendamos. Construye frases, se sabe el nombre de casi todo el mundo que le rodea, repite todo lo que oye y es un salao. Le encantan los coches y las motos, los animales, y por supuesto Pocoyó. Para él sigue siendo Cocoyó, a pesar de que cada vez pronuncia mejor esa palabra ya no se la cambias. Cocoyó, Pato, Eli, Pulpo y toda la troupe son ya de la familia. Los capítulos se los traga uno tras otro. Cuando habla de ellos le cambia la voz, son sus ídolos por encima de papá y mamá. Estas navidades hemos intentado diversificar su mundo con otros elementos, pero no hay manera. Cocoyó es lo más, el resto es secundario.

Mientras él crece y aprende cosas, yo sigo mi periplo laboral. A finales del mes pasado empecé a buscar un nuevo trabajo, pues sabía que el mío terminaba. Estaba cansada (no he descansado este verano) y me hubiera gustado parar en Navidad y volver en enero, después de reyes. Ir a ver a mis padres, disfrutar un poco del ratoncillo, hacer cosas que tengo pendientes (dentistas etc, ya se sabe) pero el destino tiene sus propios plabes, y tras el último programa me fui a casa, vi al pequeño, me arreglé, me fui a la fiesta de fin de programa, estuve un ratico, me volví a casa, me acosté, me levanté al día siguiente, llevé al niño a la guarde y me incorporé a mi nuevo trabajo. Así. Sin solución de continuidad. Sin anestesia. Sin nada.