domingo, 25 de marzo de 2012

Al enemigo, ni agua

Vaya, parece que solo escribo cuando estoy de noches. Ay, el turno de noche. Hoy estoy de saliente, son las cuatro de la tarde y me acabo de despertar, Coyoyó y su padre se han ido a casa de la abuela a comer así que me he arrastrado hasta la cocina, me he abierto una lata de lentejas, y me la estoy comiendo tristemente en pijama frente a la tele. No tengo fuerzas para nada. Han sido tres noches intensitas. Y la semana que vienen prometen juerga. Qué mala suerte, justo esa semana...
Hay una quincena al año que concentra gran parte de las festividades familiares. En pocos días celebramos los cumpleaños de mis dos minisobrinas, mi madre, mi cuñada y Coyoyó. Desde hace unos años aprovechamos para juntarnos todos y celebrarlos a la vez. Lo hacemos en Madrid que pilla a mitad de camino a todos (más o menos). Pues bien, esa quincena ha empezado ya, y el grueso de las coincidencias es la semana que viene. Mi madre esperaba esta semana con ansia, por vernos a todos juntos. Y ha tenido que venir su hija a chafárselo con problemas de turnos... Luego está la semana santa, que este año es justo la posterior a la del multicumpleaños. Otra oportunidad de disfrutar de su Coyoyó por culpa de mis turnos.
Pero con lo que no contábamos nadie es que este mundo es imprevisible. Y si un lunes me dieron una semana libre y el martes me dieron que no, y que encima de no ser libre iba a trabajar el doble, y la siguiente también, ahora resulta que el fin de semana que viene no curro!! Me lo dijeron ayer. Mañana puede cambiar la película, o con suerte perpetuarse, y pasar a tener un trabajo como las personas, de lunes a viernes, y los fines de semana libres... o no pasar ninguna de las dos cosas, o las dos a la vez... todo es posible. Es la magia de la tele.
La magia de la tele hace además que mañana lunes se dé una circunstancia muy curiosa: en mi curro nos jugamos muchas cosas, muchas. Si todo nos sale bien y machacamos al contrario, yo me alegraré especialmente. No solo puede darme ese ansiado turno de persona normal, sino que nuestro rival es casualmente el culpable de que mi anterior trabajo se truncara de repente. Así que, como dijo aquel argentino loco una vez, al enemigo, ni agua.

sábado, 3 de marzo de 2012

Turno de noche, vuelve a mí

He vuelto a las noches. Es horrible. Llevo ya dos de tres. La primera fue horrible, pensé que me moría. La segunda fue mejor, pero se me hizo un poco pesada. La tercera está por ver... pero da igual porque es la última y eso es lo que importa. Esta mañana cuando he llegado a casa (reventada) me he encontrado al enano viendo Pocoyó. Me ha dicho "hola, mamá" y ha seguido sentado en su cojín verde. Yo me he ido a la cama. Ayer cuando me fui dijo "adiós, mamá", y siguió jugando con sus coches. Cada vez es más civilizado, más personita... es alucinante ver cómo crece, cómo habla, cómo incorpora palabras a su vocabulario y las combina formando pequeñas frases, cómo sabe perfectamente lo que quiere, lo verbaliza, y pone caras para lograrlo, y disimula cuando hace algo que no debe... Hoy están en casa de los abuelos. Mejor, porque me he levantado hace una hora y me voy en otra, y no tengo ni tiempo ni ganas de hacer nada más que recuperarme y comer algo.
El plan 3/4 (currar tres, librar cuatro) no está resultando como yo quería. No he hecho nada de lo que me propuesto, ni pilates ni nada de nada. Bueno, solo una cosa: ya soy oficialmente una gafota más. Tengo pendientes taaaantas cosas que puede que antes de acabar la producción tache una tercera parte de la lista.
Así, sin que tenga nada que ver (venga, confieso que estoy viendo una peli horrible en la tele), San Francisco es alucinante. Me encantaría volver. Lo pasamos tan bien cuando estuvimos, fue un viaje flipante. La ciudad es preciosa, y tiene un encanto especial. Sin embargo, no es el viaje que podamos hacer ahora, ni por dinero ni por "compañía". De hecho, ¿qué vacaciones podemos hacer con un niño de dos años? Hombre, ir, podemos ir a donde queramos. Su padre, por ejemplo, quiere ir a Berlín. Pero no sé, en el fondo, si pensamos en vacaciones familiares, sé que donde mejor se lo va a pasar el ratoncito es jugando en la playa y corriendo en un parque, no visitando una ciudad... si vamos a pasar solo quince días de vacaciones los tres, ¿no es mejor que sea así? ¿es realista irse de turismo con un niño tan pequeño?
(El tema de las vacaciones da para hablar de ello un día con calma, solo diré que si las cosas salen como deberían, es posible que tenga mes y medio de vacaciones, no pagadas y fuera de temporada, claro, y a continuación trabajo todo el resto del año. ¿¿Dónde hay que firmar??)