jueves, 25 de octubre de 2007

El principio de muchas cosas...

Después de dos pilotos, horas de trabajo a porrillo, momentos de de incertitumbre, rumores, porras y apuestas sobre en qué va a quedar todo esto, especulaciones, encargos de última hora, duras decisiones finales y algunos disgustillos, parece que mañana grabamos por fin el primer programa, en el que estamos trabajando desde hace tanto tiempo. Y por fin podremos ver andar al niño al que llevamos meses alimentando.

El caso es que para mí va a ser un día raro. Resulta, menuda paradoja, que lo que va a ser el primer programa para todos en mi caso va a ser el último, porque el lunes empiezo en otro. El trauma del traslado va a ser mínimo: me mudo dos mesas más para allá. Pero siempre me han asustado un poco los primeros días en nuevos trabajos, y más aún cuando el equipo ya se conoce ( llevan año y medio trabajando juntos) y yo soy la nueva, la que no se entera de nada, la que no conoce a nadie...

Bueno, eso tampoco es cierto. Conozco a parte del equipo, siempre de otros trabajos. Conozco a dos guionistas, un par de redactores o tres, y al director, que es lo más importante. Fue director mío hace años, en un proyecto del que guardo muy buenos recuerdos y muchas amistades, que me enseñó mucho y que en cierto modo marcó lo que soy ahora y lo que he hecho todos estos años. Él es un tipo encantador... al que no veo desde hace seis años. Mucho tiempo para tirar de nostalgia en las distancias cortas.

Ha sido un cambio no previsto, y bastante precipitado. Mi esposo está muy contento y dice que es muy buena noticia. Dg también. Y la V está como loca, que es perfecto. Poca más gente lo sabe... Yo estoy llena de dudas, como con todo lo que hago. Sin embargo, empiezo a ver cada vez más claro que se abre ante mí una nueva etapa llena de posibilidades de la que puedo disfrutar mucho si me lo propongo, y en la que pueden pasar muchas cosas buenas.

Por de pronto, y coincidiendo en el tiempo, a mi esposo le han cambiado de horario. Ha tenido casi que amenazar pero lo importante es que ha abandonado las noches... por las tardes. Bueno, menos es nada. Por lo menos cenamos juntos... a eso de las 23 horas pero cenamos juntos. Nos vemos, nos acostamos a la vez y en cuanto nos acostumbremos a convivir de nuevo el uno con el otro y a compartir el sofá creo que podremos empezar de nuevo a comportarnos como una pareja. Ni qué decir tiene que estoy feliz. Le he echado tanto de menos...

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