miércoles, 18 de junio de 2008

La naturaleza es peligrosa

La cabra siempre tira al monte, y mi familia un poco también. Hasta donde me llega la memoria tengo el recuerdo de esos fines de semana de monte. Mis padres se juntaban con otras parejas amigas y sus hijos y nos íbamos todos a pasar el domingo a la montaña. A veces algunos adultos se quedaban con los niños para que el resto pudiera hacer alguna pequeña ascensión, o una ruta más larga.

Recuerdo esas excursiones como algo bastante infernal. No me gustaba el monte, no me gustaba andar, y me aburría bastante. Me reñían por todo, por correr cuando estábamos subiedo (¡te vas a marear!), y por correr bajando (¡no pises las piedras!), y por correr en zona de simas (¡a ver si te caes en una!) Tengo hasta el recuedo de que el doctor, uno de los amigos montañeros de mis padres, tuvo que echar el brazo una vez y cogerme al vuelo para evitar que me tragara la tierra. En cuanto fui un poco más mayor y pude negarme a ir me descolgué de estas excursiones.

Mi hermano sin embargo se enganchó con la montaña. Mi padre y él se iban entonces solos con el doctor y su familia. Luego comenzó a ir al monte con sus amigos. Primero eran excursiones de día, luego de fin de semana y pronto empezaron a hacer una travesía anual de varios días, durante los que mi madre vivía con el corazón en un puño. Pero esto es otra historia.

Total que el fin de semana pasado (aproximadamente 25 años después de los hechos que relato un poco más arriba) mis padres se fueron con el doctor y su mujer a Aranzazu. El domingo amaneció fresquito y con niebla. Mi padre y la mujer del doctor se empeñaron en ir a dar una vuelta por el monte. Mi madre y el doctor, sabiamente, decidieron quedarse en el albergue. Lo que ocurrió en el monte no he conseguido aún que me sea relatado. Pero la realidad es que los bomberos tuvieron que subir a buscar a mi padre, y bajarlo a Mondragón con una fractura abierta de tibia, peroné y no sé cuántos huesecillos del pie. 30 horas más tarde (que incluyeron una hora y media de ambulancia) entraba en quirófano y ahora está el pobre postrado en la cama de un hospital y con tres meses por delante de muletas y rehabilitación.

Si es que ya lo decía yo, que la naturaleza es peligrosa.

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