miércoles, 4 de junio de 2008

Sale el sol y parece que se alegran los corazones

Estamos a primeros de junio y ayer llovía como si fuera el fin del mundo. La cara de este tiempo loco que tenemos la vemos en los telediarios. Pantanos recuperados, cauces ayer secos por los que hoy corre el agua que da gusto, y mucha gente que se olía restricciones en verano estará respirando tranquila. La cruz, algunas granizadas destroza coches y cosechas, crecidas que inundan huertas y garages, y consecuencias propias de una meteorología enloquecida. Pero sobre todo que cuarenta millones de españoles sufren, como sufro yo, una depresión de caballo por esta primavera tan poco soleada.

Hoy por fin se han retirado las nubes y parece que brilla el sol. Qué ganas de quitarse una la cazadora y las botas, de estrenar mi falda nueva, regalo de cumpleaños, de calzarme las sandalias y guardar ya los calcetines, de llevar una rebeca para por si acaso pero no tener que ponérmela, de ir a la gipsy terraza a tomar cañas, o a la terraza de la Uned, desde la que se ven los tejaditos de Lavapies, de pasear por Argumosa, el paseo marítimo de Madrid, ¡de ir a la piscina! Sí, tengo ganas de ir a la piscina a tomar el sol, incluso de darme un chapuzón. Y coger colorcito... monerme morenita... llevar siempre gafas de sol en el bolso... lucir hombros... hacer escapadas a la playa...

Cuando la depresión por falta de sol me deja, cumplo con mis obligaciones poco a poco. . Hemos puesto el agua en casa y pedido presupuesto para pintar la cocina. Los temas legales de la casa siguen donde están, pero por lo menos estamos ya enterados de todo. La estantería sigue sin estar colgada pero este finde lo lograré hacer ya (necesito ayuda, si no lo haría yo sola). El colchón viejo sin embargo sigue donde siempre, estorbando, y la ropa vieja también (siempre se me olvida tirarla). He chequeado mi economía y firmado mis liquidaciones. Ahora tengo que mirar que me paguen lo acordado en mi actual empresa, que creo que me quieren dar gato por liebre.

Aún tengo pendiente el oculista, He ido al médico, que me ha pedido que engorde por favor (añado a mi lista una obligación más: comprar una báscula). Me preocupa lo de mi peso, y a mi médico también. Me ha recetado unas cápsulas que me abren el apetito. Y dice que haga un esfuerzo por comer. Y tengo que hacerlo. Es increíble cómo el cuerpo puede a veces rebelarse y no hacer caso a la razón. Es una especie de desidia que me impide comer. No es que no tenga hambre, es que no me apetece. Y mira que yo como poco, pero siempre he disfrutado de la comida. Ando rozando la anorexia, y tengo que salir de ese bache como sea.

Y, hablando de cosas más agradables que tengo que hacer, también tengo que hacer efectivo el regalo de cumpleaños de mi madre: ropita interior nueva y una cómoda para meterla toda.

Este verano me había propuesto no hacer vacaciones a lo grande y ahorrar. Hacernos un Fuente o un Santander, a las casas familiares, de tranquis... y pensar en los del embarazo. Pero todo es tan horrible últimamente y tengo tanta necesidad de ser feliz y de que él lo sea también, y de ser felices juntos, que he pensado que vamos a hacer lo que él quiera, que se lo merece. Y ahora parece que puede ser un NY. El plan B es unas Canarias de no hacer nada, en el supuesto en el que necesitemos descansar y NY nos salga demasiado caro.

Habrá que empezar a mirarlo. Más que nada porque da buen rollo... me encanta preparar los viajes.

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