domingo, 24 de octubre de 2010

La luz al final del túnel

Soy feliz. Tras la tempestad llegó la calma, y parece que en casa todo se estabiliza. El ratón pequeñito está superando la otitis, y el ratón mayor, usease yo, está superando su crisis personal. Como el enano está curándose, llora menos, come más y duerme mejor, lo cual repercute muy positivamente en la familia.

Por de pronto, después de una semana muy mala, hemos recuperado horas de sueño. Emocionada al ver que las cosas van, que no es poco, he decidido que ya es hora de acabar con este descontrol de horarios que llevamos. Como ha estado muy malillo, hemos descuidado un poco este asunto. Al final lo que ha acabado pasando es que el roedor se acuesta tardísimo y nosotros también. Está claro que hay que volver a marcar tiempos, rutinas, y horarios, y que después del baño viene la cena, y después la cuna. Y es así. Hay que dormir. Nada de cachondeo.

Lo del sueño es una de mis preocupaciones con el enanito, no estoy segura de qué camino seguir para que duerma bien. No veo claras ni las teorías ferberizantes, ni las del apego extremo. En el fondo espero que el tema se solucione solo, que el mismo bebé vaya poco a poco encontrando su ritmo, aprendiendo a dormirse cuando se despierte por la noche, y sobre todo aprendiendo a dormirse solito, o más o menos solito. Sé que es pronto, tiene sólo seis meses. Pero cuando oigo de bebés que a su edad ya duermen del tirón me da mucha envidia.

Si pasa el tiempo y la cosa va mal (no sé cuánto tiempo deberá pasar para llegar a este punto, supongo que lo iré sabiendo sobre la marcha) me imagino que habrá que pensar un plan. Por ahora estoy aplicando levemente, y no siempre, una mezcla de técnicas que no sé si sirve de algo o lo único que voy a conseguir es volverle loco al pobre. El caso es que el peque está empezando a coger de nuevo el ritmo del sueño, y llevamos dos días duermiendo francamente bien. A ver lo que dura.

Por cierto que también llevamos dos dias en los que por la noche come cereales. No come grandes cantidades, y además le sigo dando pecho, pero bueno, algo es algo.

La vida es bella. Y mi pequeño es lo más.

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