domingo, 14 de junio de 2009

Cosas que hacer antes de irte a la cama

Llego por la mañana a casa y Él ya se ha ido. No son ni las 8. Me ha dejado la ventana abierta para que se ventile un poco la casa. Esta noche ha hecho mucho calor, y a pesar de todo cuando entro la casa está caliente y poco agradable, así que abro el resto de las ventanas para que corra un poco el aire y se renueve el ambiente. Llego cansada, pero no puedo dormir así que me pongo a ver El abogado en La sexta. Estoy empezando a sacar partido a la tdt. Aprovechando el rato previo a meterme en la cama, reflexiono sobre el fin de semana.

La semana pasada fue dura. Las dos primeras semanas de noches fueron un espejismo. Fácilmente sobrellevables, me hicieron pensar que estaba chupado esto de las noches. El cuerpo se esforzaba por responder, y los esfuerzos daban resultado. La tercera semana, el cuerpo dijo ay, y empezó a fallar. El ritmo de sueño se me alteró por completo, dormía todo el día y no llegaba a estar descansada. Las comidas se fueron al traste. El estómago se me cerró, y dejé de tener hambre. El cuerpo me pedía alimento, y la mente decía no, por favor, provocándome unos ascos extraños a todo lo que fuera pensar en comida. La inapetencia me duró hasta el fin de semana. La debilidad empezaba a pasarme factura, y el sábado pasé un día inestable. Apenas comí. Ayer parece que empecé a recuperar las ganas, y espero que esta cuarta semana todo vuelva a la normalidad. Esta noche he pasado hambre y sobre todo he tenido ganas de comer. Eso es buena señal.

Aún así, el finde no ha estado mal. Consejos para sobrellevar unas temperaturas tan altas como las que hemos tenido este fin de semana en Madrid: dormir con manta. Y es lo que hicimos nosotros. Cuando me desperté el viernes, malcomí y conseguí ser persona, nos cogimos el coche y nos fuimos a la sierra, a casa de un amigo. Cenamos en una terraza (con chaqueta) y dormimos con manta y manga larga. A la mañana siguiente amaneció un día precioso y de mucho calor. Nos dimos una vuelta por los alrededores, pero pegaba un sol imposible, y como íbamos sin gorros, sin cremas solares y sin agua metimos los pies en el agua del embalse, nos echamos debajo de una sombra un rato y nos fuimos a comer. Yo no comí nada y me dio una depre de caballo. Creo que le arruiné un poco la comida a mi acompañante. Nos volvimos a casa, porque esa noche queríamos ir a un concierto. Preciosa voz, oiga. Un disco muy recomendable, pero sobre todo un directo para no perderse. Alondra Bentley. Oyéndola se te quitan todas las penas. Le deseamos desde aquí todo el éxito del mundo.

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